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Aliviar el temor al dentista

 

 

 

 

Un ambiente favorable podría reducir la ansiedad infantil durante las visitas al odontopediatra más que el tratamiento con sedantes.

Para muchas personas, la visita al médico y, sobre todo, al dentista representa una experiencia angustiosa.

En los niños los sonidos, los olores y las luces asociadas al instrumental médico pueden aumentar los niveles de ansiedad.

Esta sensación es muy importante en menores con desórdenes del desarrollo que pueden no comprender del todo el, para ellos, desconocido ambiente clínico.

Un nuevo estudio detalla la relación entre entorno médico y ansiedad y propone nuevas alternativas antes de recurrir a sedantes, anestesias generales o restricciones en la movilidad de los pacientes.

Los tratamientos odontopediátricos seguros y efectivos requieren a menudo modificar la conducta de los niños para disminuir sus niveles de ansiedad.

En esta orientación deben participar odontólogos, sus equipos, pacientes y progenitores, con el objetivo de reducir el miedo y la angustia a la vez que promocionar la necesidad de mantener una buena salud bucal y lo básico para conseguirlo: ir al dentista de forma habitual (cada seis meses).

Muchas son las causas que se han asociado al aumento de la ansiedad en los niños que visitan al odontopediatra.

También son numerosas las investigaciones llevadas a cabo para desarrollar programas que reduzcan esta sensación de temor.

Uno de los estudios más recientes incluye, además, la necesidad de prestar especial atención a niños con trastornos del desarrollo.

La mayoría de estos trabajos han llegado a conclusiones parecidas: la mejor solución pasa por crear un ambiente agradable y favorable a los niños, lejos de lo que por tradición se asocia a consulta e instrumental médicos.

Una buena comunicación con ellos es del mismo modo imprescindible.
Michele Shapiro, del Issie Shapiro Educational Center, e investigadores de la Universidad Hebrew, ambos en Israel, han estudiado recientemente la relación entre ansiedad infantil y odontología en dos sesiones rutinarias de limpieza dental separadas en el tiempo.

Sus resultados se han publicado en la revista “The Journal of Pediatrics”. Para el trabajo, los investigadores observaron a 35 niños entre 6 y 11 años, de los cuales 16 presentaban algún trastorno del desarrollo.

Los expertos recomiendan que el tratamiento con sedantes se aplique cuando no haya terapias de la conducta alternativas.

En la primera visita los investigadores mantuvieron el ambiente habitual de una clínica dental: luces fluorescentes y luz de techo frente a la cara de los pacientes.

Durante la segunda visita se creó un ambiente sensorial adaptado. No se usó luz de techo, la iluminación se basó en un movimiento lento y repetitivo con color, y se pidió a la higienista dental que enfocara directamente a la boca del niño con una lámpara de mano.

También se añadió música relajante a la habitación y se modificó la camilla para que tuviera un efecto vibrador tranquilizante.

Este segundo ambiente modificó de forma importante la experiencia y respuesta de los niños.

De una media de duración de la ansiedad de 3,69 minutos con el ambiente normal, se pasó a 1,48 minutos con el ambiente adaptado en los niños sin trastornos del desarrollo.

Las tasas de ansiedad decrecieron aún más en los niños con trastornos, y pasaron de casi 24 minutos a poco más de nueve.

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