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De una charla con Javier De Antonio de Nationale Suisse

Javier de Antonio, licenciado en Ciencias Empresariales por la Universidad de Barcelona y PDD por el IESE (Universidad de Navarra), con una dilatada trayectoria profesional en el sector asegurador, es actualmente director general – CEO, en España, de la multinacional aseguradora NATIONALE SUISSE (NATIONALE SUISSE GROUP).

Anteriormente ha prestado sus servicios profesionales en el Grupo REALE ESPAÑA, como director general de Desarrollo Corporativo; en el Grupo WINTERTHUR, donde ha sido director comercial del Grupo, así como director general de las compañías de Vida y Gestora de Pensiones.

Javier de Antonio (Barcelona, 1957) llegó a Nationale Suisse en marzo de 2008, después de una larga trayectoria en el sector (estuvo quince años en Winterthur). “Me encontré una compañía que conceptualmente estaba bastante destruida”, dice. Y le ha dado la vuelta, con una receta que, explicada por él, parece de esas de cocina para principiantes. “En los seguros no hay atajos. Si haces una cosa tienes unos resultados, si haces otra cosa, tienes otros resultados”. Lo que ha hecho ha sido situarse en el mercado como compañía especialista, en contraposición a las grandes generalistas. (La compañía se creó en 1889 en Basilea, cuando un grupo de familias se agruparon para asegurar la perforación de un túnel en los Alpes: la obra fue bien y continuaron con el negocio. En España llegó en 1896, acompañando a Nestlé. Ahora, sus especialidades son la ingeniería, los transportes, el arte y lifestyle, que es como la banca privada, pero en seguros).

Un cliente nos pidió asegurarle un Picasso por muchos millones… y descubrimos que era sólo una copia. ¿Nos quería engañar, o le habían engañado a él? Imagínate si cree que ha heredado de su abuelo un cuadro de valor, y es un buen cliente, o un posible cliente… Tenemos que actuar con mucha psicología”. Ésta es prácticamente la única anécdota que Javier de Antonio accede a explicar del negocio de la aseguradora que dirige en España, Nationale Suisse. “Los seguros de arte dan mucho juego, pero el cliente quiere discreción”.

Relata De Antonio que hace años leyó que ser optimista alarga la vida, y se lo ha tomado al pie de la letra. Y de hecho, poca gente te encuentras, y menos ahora, que te reciba con un “yo estoy ¡fantástico! Tengo salud –¡de momento!–, en dinero voy haciendo –y siempre me he acomodado a mis ingresos–, y en amor… llevo 28 años casado. ¡No me puedo quejar!”.

En el mundo del seguro, se conocen todos. “La mayoría de posiciones se cubren de forma interna o por contactos”, reconoce al justificar su trayectoria. Formado en Empresariales (luego, un programa en el IESE), explica que “soy de esa generación que estudiaba por la tarde, y trabajaba por la mañana”: a los 16 entró en Financiera Nacional de Seguros, luego adquirida por Schweiz, luego ésta por Winterthur, donde fue director comercial y director general de Vida y Pensiones. Pero cuando fue comprada por AXA, “las ofertas que me dieron eran más de staff que ejecutivas: y yo no soy de estar pensando en un despacho: yo necesito acción, y al hacer, ¡ya pienso!”.

Pero entre su salida de Winterthur y su llegada a Nationale Suisse pasó un periplo. Enseguida aceptó ser el director general de la compañía de salud catalana Aresa, recién comprada por Mutua Madrileña, “pero al cabo de tres meses me lo estaban cambiando todo, y me fuí”. Justo se había encontrado al consejero delegado de Reale: “y me fichó para jubilarse, pero ¡en realidad no quería jubilarse!”. Total, que también lo dejó: después de quince años en una compañía, en dos años ya llevaba dos. Pero no había pasado ni una semana para asimilar las vacaciones cuando le llamó un alemán, ex compañero en Winterthur, que ahora estaba en Nationale Suisse y quería que le ayudara a encontrar a alguien para su empresa en Barcelona… “Y al saber que yo estaba en casa…. Primero le dije que no me quería volver a equivocar… pero enseguida nos entendimos”.

En Nationale Suisse se encontró con otra gente que había llegado de Winterthur, y se trajo a algunos más. “Tener un equipo moldeado es muy importante, ganas mucho”. De ellos dice: “No pido cracks, porque acostumbran a salir catacracks: quiero gente seria, honrada y trabajadora”. Otros de sus ingredientes: “no creo en las reuniones de más de una hora, ni en los informes que ocupen más de un folio”. Lo mismo le sirve para sus jefes en Suiza: “Si tengo mis 30 minutos de gloria, tengo que ser capaz de convencerles con 5 transparencias, que expliquen: El problema. Qué haré para solucionarlo (3 cosas: si quieres hacer 10, no las harás). El dinero que necesito. El calendario de acción. Los resultados esperados. Esto sirve para vender seguros o para vender bufandas”.

Y explica cómo conquistó a los suizos, les dijo: “Aquí ustedes están desorientados. Querían ser un hotel de 1.500 habitaciones, eso era caro e imposible. Ahora tendrán un hotelito de 15 habitaciones con charme. Y para conseguirlo necesito Team y Time (equipo y tiempo; eso en inglés queda muy bien!)”. Así, tan convencido y seguro de sí mismo, explica su trabajo: “En este sector, y en muchos, hay dos cosas fundamentales: las personas y la tecnología. Hemos pasado de 125 a 92 personas, y el volumen de primas ha crecido de 47 a 62 millones de euros, en un entorno de crisis total”. La receta: “no podemos estar en todas partes, ni tener muchas sucursales. Nos hemos centrado en el canal, en los brokers. Nuestro estilo es dar un servicio bueno y ágil a nuestros intermediarios (unos 350 en España), que nos permiten llegar a 200.000 clientes”. Además, “hemos equilibrado la cartera” (“extirpando” 8 millones de euros en seguros de auto).

Asegura que no es un adicto al trabajo: “hago vacaciones cuando me toca, pero es que yo me divierto trabajando”. Y reconoce que no hace otra cosa, “porque mi mujer se ocupa de todo lo demás” –sus hijos ya son mayores, 22 y 27–. Sale a correr cada día media hora al amanecer, y algunos fines de semana se pone a cocinar, pero reconoce que “si fuera por obligación no lo haría”.

“El trabajo no se acaba nunca”, dice: “Siempre digo que estoy a la mitad del proyecto, tenemos que ir inventando o reinventando cosas para divertirnos. ¡El mundo no se está quieto!”.

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